ANALGÉSICOS
“A los veinte años, me volví adicto a un fármaco que me recetaron después de una operación quirúrgica. En las semanas que siguieron a la operación, además de consumir las tabletas por vía oral, el hecho de triturarlas me permitía destruir el mecanismo de absorción controlada y me podía tragar o inhalar el fármaco. (También me lo inyectaba para producirme una sensación idéntica a la de un chute de heroína) La abstinencia física produce un dolor agonizante”. —James
“Yo no creía que tenía un problema de ‘drogas’: Compraba las tabletas en la farmacia. Eso no afectaba mi trabajo. A veces me sentía un poco cansado en las mañanas, pero eso era todo. Me di cuenta de que tenía un problema cuando tomé una sobredosis de cerca de cuarenta tabletas y acabé en el hospital. Pasé doce semanas en la clínica venciendo mi adicción”. —Alex
“Desde que tengo memoria, he tenido altibajos. Me molestaba fácilmente por las cosas más insignificantes, tenía arrebatos de ira, o sentía odio hacia alguien sin ningún motivo. Durante mucho tiempo, pensé que era bipolar. Comencé a utilizar drogas en octubre del año pasado para ayudarme a resolver mis sentimientos indeseados. Pero aunque parezca increíble, ¡sólo hicieron que mis síntomas se agravaran! Ahora tenía que ocuparme de mi adicción y mis problemas emocionales”. —Thomas
“Me di cuenta después de un año que yo era adicto. Cuando decidí dejar de fumar, pasé por la retirada física, psicológica y emocional. Recordaba cuando estaba tomando las píldoras a tiempo completo (hasta cuatro al día), que podía hacer cualquier cosa. En realidad parecía mantener mi estado de ánimo estable y equilibrado. Desde que he dejado de tomar las pastillas, me siento más vivo, alerta y más capaz de caminar por la vida con confianza. No me di cuenta que me había mantenido en una ilusión o niebla con las píldoras de la falsa felicidad”. —Jason